domingo, 26 de mayo de 2013

El nacimiento de una leyenda



“¿Está seguro, profesor?”, preguntó un absorto Juantorena. “Completamente”, respondió más serio que nunca Zabierzowski. El entrenador polaco había sorprendido a todos al inscribir a Alberto Juantorena para que compitiese también en los 800 metros nada menos que en los JJ.OO. de Montreal (Canadá, 1976). 

Juantorena, que en ese entonces frisaba los 26 años, era la principal carta de Cuba para conquistar una medalla dorada en los 400 metros, pero en los 800 era toda una incógnita, una apuesta arriesgada de Zabierzowski. A decir verdad, fueron pocos lo que creyeron que Juantorena tendría alguna posibilidad para ganar esa prueba.

Sin embargo, desde las etapas clasificatorias Juantorena fue convenciendo a los incrédulos de que no sería un convidado de piedra en esa prueba. A la par de sus geniales performances en los 400 metros, iba avanzando con una enorme seguridad en los 800 hasta llegar a instancias decisivas.

Llegado el día, Juantorena, que 24 horas antes había sellado su pase a la final en los 400 metros, dio el batacazo al vencer en los 800 metros a los archifavoritos Ivo Van Damme (Bélgica) y Rick Wolhutter (Estados Unidos) y se adjudicó la presea de oro, marcando además una nueva plusmarca mundial con un tiempo de 1:43,50, batiendo el crono que poseía desde 1973 el italiano Marcello Fiasconaro (1:43.70). El mundo entero empezaba a ver en Juantorena a un nuevo ídolo. Pero faltaba más.  

        

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