domingo, 26 de mayo de 2013

Hay golpes en la vida...



Si 1977 significó para Juantorena la reafirmación de su hegemonía en las pistas, 1978 sería el inicio de una serie de golpes durísimos que pugnarían por mellar el espíritu combativo del cubano. El primero de ellos fue la sentida partida de su mentor y entrenador Zygmunt Zabierzowski, quien más que un técnico fue como un verdadero padre para Juantorena. 

Pese a esa estocada, Alberto Juantorena sacó fuerzas de flaqueza y se proclamó campeón en el Campeonato Centroamericano y del Caribe en Medellín con un tiempo de 44, 27, a una centésima de su mejor marca en los 400 metros. 

De allí en adelante, Juantorena tuvo que enfrentarse a otro feroz enemigo: las lesiones. Aquel implacable adversario propició que no tuviera un gran rendimiento en los Juegos Panamericanos, ni en los JJ.OO de Moscú (1980) donde quedó cuarto. Tozudo como él mismo, Juantorena se rebeló frente a las adversidades y ganó en los 800 metros en los  Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1981 y 1982. 

Al año siguiente, una nueva e inoportuna lesión lo marginaría de seguir en competencia en el mundial de Helsinki. Juantorena había pasado la primera ronda en los 800 metros, pero luego se retiró al sufrir una lesión en su tobillo derecho. El admirado atleta no pudo contenerse y se echó a llorar de rabia y de dolor. En 1984, ‘El elegante de las pistas’ le dijo adiós al atletismo. 

Años más tarde, Juantorena explicaba así cuánto afectó en su rendimiento las constantes lesiones que sufrió: “En los años posteriores, del 80 al 84, me faltaba esa segunda velocidad, el tanque de reserva, no remataba con la misma capacidad de antes, esa capacidad que tenía al principio y en la mitad de mi carrera". 

          

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